En esta entrada, analizamos las
diferencias que existen entre las dos últimas leyes educativas LOE y LOMCE en
cuanto a la atención a la diversidad.
Entendemos por diversidad que
cada alumno tiene características individuales diferentes en cuanto a capacidad
intelectual, ritmo de aprendizaje, rendimiento académico, intereses, diferencias socio-culturales… Es
decir, prestar atención a la diversidad supone tener estas diferencias en mente
y dar respuestas al alumnado.
La LOGSE, en 1990, fue la primera
ley que comenzó a integrar esta concepción de la educación, realizando
procedimientos de prevención, detección y valoración del alumnado con
necesidades educativas. En la Declaración de Salamanca de 1994 y la de Madrid
de 2002 surge un acuerdo con la UNESCO y con el Ministerio de Educación y
Ciencia en la que se establece el marco de acción para la atención a las
Necesidades Educativas Especiales en el que se aboga por la igualdad de
oportunidades así como por el concepto de una educación flexible, en la que
“Los programas de estudios deben adaptarse a las necesidades de los niños y no
al revés. Por consiguiente, las escuelas deberán ofrecer opciones curriculares
que se adapten a los niños con capacidades e intereses diferentes”.
Posteriormente, con el auge de alumnos inmigrados, comienza a desarrollarse la
educación compensatoria, que trata de dar respuesta a las necesidades de estos
estudiantes.
La Ley Orgánica de Educación
(LOE) ha sido una ley que ha heredado de la LOGSE la concepción de atención a
la diversidad desde un enfoque educativo flexible. Propone distintos itinerarios educativos
(Programas de Compensatoria, Programas de Cualificación Profesional Inicial,
Programas de Diversificación Curricular) y de otras estrategias metodológicas
como las adaptaciones curriculares individuales y adaptaciones significativas
(ACI/ ACIS), programas de refuerzo o desdobles, etc. El objetivo de estos programas es dar respuesta a los
alumnos con diferentes capacidades de aprendizaje. Los Programas de
Compensación Educativa pretenden atender las necesidades individuales de
desventaja social y/o económica, así como las necesidades de acceso al
currículo del alumnado extranjero recién llegado con desconocimiento de la
lengua.
La Ley Orgánica para la Mejora de la Calidad
Educativa (LOMCE), también tiene en cuenta las diferencias entre los alumnos.
En cuanto a la capacidad intelectual, hace referencia a potenciar los talentos
individuales. Propone diferentes trayectorias con el objetivo de que cada
estudiante consiga desarrollar todo su potencial en Educación Secundaria “La
flexibilización de las trayectorias (…), se concreta en el desarrollo de
programas de mejora del aprendizaje y el rendimiento en el segundo y el tercer
curso de la Educación Secundaria Obligatoria, la anticipación de los
itinerarios hacia Bachillerato y Formación Profesional, y la transformación del
actual cuarto curso de la Educación Secundaria Obligatoria en un curso
fundamentalmente propedéutico y con dos trayectorias bien diferenciadas. Esta
diversificación permitirá que el estudiante reciba una atención personalizada
que se oriente hacia la vía educativa que mejor se adapte a sus necesidades
(…)” Aparentemente esta diversificación puede ser una arma de doble filo
generando segregación del alumnado en función de sus méritos académicos. Esta
desventaja es tenida en cuenta y se propone que el sistema sea permeable; es
decir, que los alumnos puedan pasar de una trayectoria a otra que sea más
apropiada a sus características. Se propone que” Cualquier alumno puede
transitar a lo largo de su proceso de formación de unos ámbitos a otros de
acuerdo con su vocación, esfuerzo y expectativas vitales, enlazando con las
necesidades de una formación” Teniendo en cuenta los conceptos de profecía
autocumplida y efecto Pigmalión, cuesta pensar que esta permeabilización se
utilice en beneficio del alumno y no atendiendo al criterio único del centro.
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